Mi secreto

Bueno, he aquí la historia de cómo perdí mi querido pokemon oro, no sé si la he contado aquí, pero me estoy bajando el pokemon oro para la ds (que espero que sea igualito que el de la gameboy)

Veréis, cuando yo era joven, sentía la fiebre de los pokemon, si, esa fiebre de:

HAZTE CON TODOS!!! (Cuando era posible)

Yo destacaba en mi pueblo por saber clonar pokemon bien (no hacía falta hacer mucho, pero a mí me salía divinamente, en realidad, la gente del pueblo siempre me ha odiado, podría contar muchas historias, como la vez que me pelee con tomates con los vecinos de al lado, si, fue una batalla campal, en la que unos jóvenes, arrancaron los tomates de la huerta de su abuelo y nos los lanzaron, a mi y a mi hermana, supongo que a su abuelo no le haría ni pizca de gracia que nos tiraran tomates verdes (que es cuanto más duros están) y por supuesto la calle quedó hecha un asco)

Bueno, una tarde verano, recuerdo que sería un domingo, mis padres me dejaron en el pueblo y ellos se marcharon, yo estaba con mi amigo de la infancia, Rodri, o como muchos lo llaman, Tarine (yo soy el Pintis, como alguien me llame Pintis, LO MATO o si me llaman Pipi, que era como me llamaban en otro pueblo maldito de Ávila, llamado Papatrigo).

Estaba cazando un dunsparce en el pokemon oro y decidí guardar. Aquel verano iba a ser muy productivo, ya que quería conseguir a todos los legendarios (celebi incluido), ya que había comenzado la etapa de "invasión madrileña" al pueblo llegaba mucha gente de sitios diversos como Madrid y Francia, y esto era debido a que se había hecho famosa la subida de los caballos por la cuesta, aquí hay un vídeo:



En febrero no hay mucha chicha, es mejor en verano, y yo me siento en la pared blanca, la tía que lo grabó, actualmente no sé que es de ella, pero ha ido involucionando (sí, involucionando) y ha pasado de ser humana a choni, además que, su grupo eran las "divinas" o como yo las llamaba "las barbies", muy mala hostia tenían, recuerdo una vez que me cogieron y la tía esta me pisoteó los huevos, sí, jamás olvidaré eso.

Pero volvamos al relato, dejé el juego en la cocina, insertado en mi Game Boy color verde azulado marino, y fui a por un vaso de agua, y mi amigo, tambien fue a por agua, movió el brazo, y volcó la jarra que había en la mesa, la cuál estaba llena de vino, y una corriente del color de la sangre, tiñó aquella tarde de verano, el mar rojo llegó a la gameboy, y yo sin poder hacer nada, no miraba a mi amigo, en ese momento, me cagaba en todo lo que se meneaba, pero bueno.

Cogí la gameboy rogando a los cielos que no se hubiera jodido la consola ni el pokemon oro, e hice lo que nunca debía de hacer: encender inmediatamente la consola en vez de esperar a que se evaporara.

Al principio, parecía que todo iba bien, hasta que la pantalla se puso de color negro, más negro que mi lado oscuro de mi corazón, intenté apagar y encender, pero era en vano: el juego había pasado a mejor vida.

Como no iba a enterrarlo, y de la vergüenza que tenía y la bronca que me iba a caer, preferí lo más digno para los 2, esconderlo debajo de una cama, hasta que la tecnología evolucionara lo suficiente para devolver el juego a la vida.

Mi amigo lloraba y me pedía perdón, y yo le dije que no pasaba nada, que era un juego, pero sabía en mi interior que había perdido a mi juego preferido y que ya no podría volver a ser el Josemon de antes (sí, en el colegio se metían conmigo y me llamaban Josemon porque me gustaban los pokemon T=T, tambien me llamaban otras cosas, así que es comprensible que me dedicara a la ciencia en cuerpo y alma para matarlos a todos MUAHAHAHAHAHA)

Unos años después, mi primo segundo Gabi, me dijo que podría intentar arreglarlo, le dejé el juego y confirmó lo que ya temía: que era irrecuperable.

Así fue como perdí el pokemon oro, pero ahora eso puede cambiar gracias a las descargas sin ánimo de lucro (PÚDRETE SINDE!!!)

PD: A mí en toda mi vida me han profesado mucho amor hacia mi persona, visto es cómo me trataban, normal que acabara loco y pajero para el resto de mi vida.