El Rey

Hwesta escribió:Ser rey no es nada fácil. Es la mejor vida que se pueda vivir, pero tiene un montón de responsabilidades y si no las cumples, mal vamos. Yo soy el rey de mi reino, tengo mis tierras y propiedades y sólo yo doy permiso para entrar en ellas. Pero, vayamos a lo interesante, el día a día: me levanto cuando quiero, normalmente al alba, cuando despunta el sol. Claramente, llama a mis siervos para que me abran la puerta y me preparen el baño real antes de bajar a desayunar. Mientras estoy ocupado, mis siervos acondicionan mis aposentos, en ocasiones compartido por algún miembro de mi familia.
Después de realizar el ritual, me dispongo a desayunar la mejor carne de la tierra y acto seguido me tumbo en mi cómodo sofá y descanso un poco hasta que los demás se han levantado. Son todos una panda de holgazanes y rara vez madrugan. Cuando se han levantado todos, les doy los buenos días y les acompaño en sus desayunos para hacerles compañía y si vuelvo a tener hambre, por qué no, como un poco más.
Al mediodía suelo salir a pasear por mis dominios con mi leal guardaespaldas. Él me protege y guía por las extensas tierras de mi basto reino. En ocasiones tengo necesidades naturales que han de ser saciadas y, una vez satisfechas, continúo con el paseo. El paseo es relajante la mayoría de los días y si hace bueno, suelo correr alegre y feliz. Pero otras veces el tiempo no acompaña y hay que acortar el paseo a pesar de que mis deberes como rey exigen que tenga que cuidar de mis tierras. En algunas ocasiones suelo encontrarme con algún forastero al cual le doy la bienvenida cortésmente, pero si es un bandido, enseguida lo echo de allí.
Finalizado el paseo, vuelvo a casa, sacio mi tremenda sed con agua fresca de las montañas y si hay alguien de mi familia, suelo jugar con él o ella un rato. Si no hay nadie, me rindo al sueño hasta que alguien viene a hacerme compañía. Ellos también son nobles, aunque no tienen un rango tan importante como el mío, tienen deberes y obligaciones reales a veces impuestas por mí. A la hora de comer, comemos todos en el salón y después solemos sentarnos a charlar y descansar. Por la tarde, sobre las cinco, nuevamente hay que volver a custodiar las tierras y a la vuelta paso más tiempo con mi familia, que está toda reunida en el castillo. Jugamos a diversos juegos, como cazar conejos, matar dragones (el otro día maté uno aunque sin alas ni escupía fuego), etc.
Por la noche cenamos juntos y cada uno va a sus aposentos. Los míos en particular son los más queridos por algunos miembros de mi familia, por lo que no es de extrañar que se queden hasta altas horas de la noche en ellos, interrumpiendo mi sueño. Sí, la verdad es que ser rey no es nada fácil…

Si quieres saber la terrible verdad, abre el spoiler. Si te ha gustado el relato y no quieres saber más, ¡no lo abras!

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