Con mucho esmero

Microrrelato escribió:Con mucho esmero, planchó la tela del paraguas. Desde el centro hasta las puntas, con cuidado de no rozar las varillas para que cuando lo cerrase no se quemara las manos. Ya tenía una pequeña herida causada por un padrastro en el dedo anular de la mano izquierda y esto le provocaba mucho desasosiego, no quería tener otra imperfección en sus manos.
Cuando lo hubo planchado, lo cerró y lo colocó en su cama de forma que el mástil formase noventa grados con el borde de la cama. Le dedicó cuarenta y cinco segundos a esta tarea. Al lado del paraguas, en perfecta simetría, se encontraba todo lo que iba a guardar en el bolso.
Contó hasta treinta y seis y comenzó a desnudarse poco a poco. Dejó la ropa en el armario cuidadosamente doblada. Estaba muy contenta –se rió en alto, los vecinos no estaban y no la oirían-, hacía una semana había comprado una mesita auxiliar que le servía para doblar ropa. Antes de doblar la ropa, tenía que pasar un rodillo con pegatina por la mesa para atrapar las pelusas de lo que dobló con anterioridad.
Se colocó el sujetador con los tirantes paralelos a los bordes del espejo en el que se miraba, por lo menos, todo lo paralelos que le era posible, en eso se daba un poco de tregua, pero solo un poco. Se aplicó un desodorante en spray, no podía ser en barra, porque los gérmenes de ayer tocarían su piel hoy. Tomó una camiseta básica blanca, la extendió e introdujo su brazo derecho por una manga, después el izquierdo y, finalmente, la cabeza. Otras veces empezaba por el brazo izquierdo, pero el padrastro en el dedo anular de la mano izquierda hizo que esta vez comenzase por el derecho.
Cogió unos pantalones de pana negra del armario. Arremangó los pantalones de modo que no tocaran el suelo e introdujo el pie derecho, lo subió e hizo la misma operación con el izquierdo. Otras veces empezaba por el pie izquierdo, pero el padrastro en el dedo anular de la mano izquierda hizo que esta vez comenzase por el brazo derecho, y, por tanto, por el pie derecho.
Miró el paraguas. El paraguas se había arrugado unos tres milímetros.
Con mucho esmero, planchó la tela del paraguas…